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Teatro en Buenos Aires

Rafael Spregelburd y el teatro político

María Bayer

 

 

Venerado por muchos, mirado con desconfianza por otros, Rafael Spregelburd ocupa indiscutiblemente un lugar destacado en la historia del teatro argentino. Y eso que sólo tiene 35 años. La editorial Losada acaba de publicar Seis obras, una recopilación de sus textos que va de 1992 al 2001. Algunos ya habían sido publicados antes; otros se encontraban inéditos. A continuación, la lectura de una de esas obras, Raspando la cruz.

 

1.- Raspando la cruz para ver qué hay debajo

Raspando la cruz es sin duda una de las obras más oscuras y pesimistas de Rafael Spregelburd. A lo peculiar del tema elegido (un retrato de la sociedad checa durante el avance nazi) se suma una apuesta formal sumamente compleja. La historia se cuenta dos veces, la trama avanza hasta cierto punto y luego comienza a retroceder. La obra pareciera plegarse sobre sí misma y aunque las escenas dan idea de estar en espejo, no coinciden plenamente. Pero vayamos por partes.

¿Qué se cuenta en Raspando la cruz? Las acciones y traiciones de un grupo de resistencia checo durante el avance alemán en las instancias previas a la 2° Guerra Mundial. Weck, Adolf, Dorita, Bruno y Trauma realizan actividades terroristas, ponen bombas y se traicionan mutuamente en un intento por impedir el avance nazi sobre Praga.

Spregelburd agregó, a modo de prólogo, un texto de Umberto Eco en el que describe las paradojas del accionar de la sociedad secreta conocida como "Rosacruz". De manera análoga, se presentan las actividades de este grupo de resistencia, que por ser clandestino, opera en las sombras. Incluso Weck, el protagonista, utiliza el mismo razonamiento señalado por Eco para escapar del general alemán: "Dígales la verdad: que ellos son invisibles. Y que usted me ha visto. Por lo tanto, no puedo ser uno de ellos." (Spregelburd, 1996, pág. 23)

Ya desde el prólogo, entonces, se intala en la obra el tema de la visibilidad y toda una larga serie de imágenes relacionadas con lo visual. Por ejemplo, la primera escena se desarrolla en total oscuridad. Cuando se enciende la luz, nunca demasiado fuerte –"hepática" dirá una didascalia– ya nos encontramos en la siguiente escena.

Sin embargo, como señalamos antes, la obra avanza y retrocede. Dice y se desdice. Si leemos la obra a partir del final, es otra la trama que aparece. La última escena muestra a Weck con un personaje que no había aparecido antes, Cerda. La escena tiene otra iluminación y otra ambientación y está fuera de todo lo que vimos hasta ese momento: "La habitación es muy luminosa. Es la primera vez que se ve todo tan claramente. Uno debería descubrir que todo ha ocurrido en la semipenumbra, hasta este momento." (Spregelburd, 1996, pág. 35). En esta escena, Weck narra un sueño a su mujer. Descubrimos que la totalidad de la obra podría entenderse como el sueño de Weck. Y hasta se encuentra una explicación argumental para la repetición de las escenas y estructura de la obra. El relato del sueño es tomado como un acertijo y Cerda provee la solución. Weck concluye:

"Si vuelvo a soñar con él, voy a explicárselo claramente. "Weck, le voy a decir: Tendrás que encontrar alguien que te ame, por lo menos una persona, una sola que te ame en serio. Alguien que te perdone, por lo menos uno que sea capaz de entender que el alma humana está a veces llena de malicia. Y un tercero que te castigue, alguien que pueda decirte: Esto no podías hacerlo y aun así lo has hecho." Todo es bien sencillo, cuando hay luz se pueden ver las cosas claramente." (Spregelburd, 1996, pág. 36).

Esta mirada sobre la obra descansa en el par sueño/vigilia. Weck, en la escena 1, comienza la obra diciendo

"Esa fue la última vez que desperté, porque desde entonces no he vuelto a dormir. Se puede pasar una noche despierto, se pueden pasar dos. Tres. ¿Cuántas? Mi historia terminará cuando acabe mi insomnio. Terminará cuando muera, o cuando me deje caer finalmente sobre esta cama de sábanas blancas, rendido." (Spregelburd, 1996, pág. 11, la negrita es mía)

Podemos preguntarnos cuál es el referente de "esa". Tal vez, remite a la última escena con Cerda y que cronológicamente resulta anterior a todo lo que la precede.

A la vigilia que resulta insoportable, se le opone el sueño que es reparador pero que está asimilado a la idea de muerte. Cerda y Trauma (hermana de Weck) son dos personajes que duermen. Y ambas parecen morir durmiendo.

2.- ¿Cómo leer Raspando la cruz?

¿Cómo leer Raspando la cruz? ¿Desde dónde leerla? Nada en la dramaturgia argentina se le parece ni por lo temático ni por el procedimiento narrativo. En una entrevista realizada en 1997, Rafael Spregelburd dice: "pero casi siempre, a la hora de hablar de mis influencias en lo primero que pienso es en el cine: Fassbinder, Greenaway, Lars von Trier, Kieslowsky." (Aisemberg, 1997, pág. 96). Si se tiene en cuenta la cuestión argumental –las alusiones al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, el avance del nazismo, etc.– la búsqueda intertextual se orienta hacia el cine bélico.

Ciertamente no se trataría de elegir películas que muestran batallas, sino más bien en un subgrupo específico dentro del género que retratara la vida antes, durante o después de la guerra. Es decir, películas que responden a la pregunta sobre cómo repercutió la guerra en determinados espacios "civiles". Films tales como Le dernier metro de Francois Truffaut (1980) donde se cuenta la vida de un grupo de actores durante la ocupación alemana en París.

La búsqueda resultó difícil. En primer lugar porque no hay muchas películas que se ocupen de los comienzos de la guerra. Esto se debe en parte a que el mayor productor cinematográfico, Estados Unidos, se incorporó tiempo después de desatada la Segunda Guerra Mundial y tomó su ingreso como principal material narrativo. Fue necesario ampliar el radio de búsqueda.

La recurrencia de ciertos detalles me hizo recordar a la frenética Underground de Emir Kusturica (1995). Este film cuenta (con ribetes fantásticos) los derroteros de dos amigos durante la Segunda Guerra en Belgrado. Más allá de toda lectura ideológica que pueda hacerse sobre este film, me interesa rescatar algunas pequeñas coincidencias. Por ejemplo, cuando Marko y Natasha mueren asesinados y quedan girando carbonizados en su silla de ruedas alrededor de un crucifijo a medio caer. Es un momento muy impactante desde lo visual y me interesa especialmente porque lo hace desde la iconografía religiosa, algo que también encontramos (incluso desde el título) en Raspando la cruz. La otra reflexión que aporta esta película es el trabajo con el tiempo. El inescrupuloso Marko "detiene" (y luego acelera) el tiempo de todos aquellos que están encerrados en el sótano. Esa maleabilidad de la percepción temporal resulta fundamental en Underground.

Quisiera pasar a considerar otra película, anterior pero igual de interesante para acercarse a los problemas que propone el texto de Spregelburd: Europa, de Lars von Trier (1991). En ella, un narrador en segunda persona cuenta la historia de un joven norteamericano que viaja a Alemania una vez terminada la guerra. El tiempo es otro, las circunstancias son otras, el país es otro... sin embargo, rescato cierta atmósfera, cierta capacidad de apelar a los mismos recursos. En este caso, el trabajo con el blanco y negro y el color, tan peculiar y expresivo en la película de von Trier y lo que ya mencionamos de la luz y la oscuridad en Raspando la cruz. Así, la primera escena de la obra de Spregelburd, actuada pero sin la posibilidad de ver a los actores, se asemeja al comienzo de Europa donde sólo vemos las vías del tren mientras el locutor introduce el relato. La misma utilización de los trenes como escenarios es fundamental en ambas obras. Y las acciones de la resistencia, aunque de bandos contrarios, con sus bombas y atentados, contribuyen a crear un clima común.

¿Qué extraer de estos señalamientos? En esta pieza, Rafael Spregelburd parece estar trabajando a partir de evocaciones. La posibilidad de que, con solo mostrar un signo, se abra todo un campo más amplio. A esa exactitud alusiva se le opone una inexactitud histórica.

En Raspando la cruz se habla de un "referendum" que avalaría la anexión de Checoslovaquia a Alemania. Pero no fue así como ocurrió en los hechos. Si bien es cierto que este país contaba con un número importante de alemanes dentro de su población, fue en Austria y no en Checoslovaquia donde se realizó un plebiscito que avalara el avance alemán sobre su territorio. Enzo Collotti, en su libro La Alemania nazi, explica en estos términos el fín de Checoslovaquia y el comienzo de la guerra:

"La amenaza a Checoslovaquia estaba clara, y Alemania se disponía a desarrollarla en dos aspectos: en el terreno político, con la activación del movimiento irredentista sudete, como instrumento de la subversión nazi dentro del Estado checo; y en el terreno militar mediante la maniobra de ocupación de Austria. Hitler impartió personalmente, el 28 y 29 de marzo, a los líderes germano-sudetes las directrices a seguir frente al gobierno de Praga: presentar peticiones cada vez más onerosas, de forma que sobre el gobierno checo recayese la responsabilidad de la no aceptación y realización de las mismas." (Collotti, 1962 pág. 206)

Tiempo antes, el 13 de marzo de 1938, se había celebrado en Austria un referendum popular para plantear la independencia o anexión de este país al Reich. La tierra natal de Hitler votó por la incorporación a Alemania. ¿Es un error histórico de Spregelburd? ¿El autor confunde Austria con Checoslovaquia?

Creo que esta manipulación de los datos históricos tiene una funcionalidad ideológica muy precisa. En la entrevista antes citada, Spregelburd aclara:

"En Raspando la cruz, se filtra el tema del idioma. El idioma como identidad. Los personajes no están seguros de en qué idioma están hablando, por lo tanto, a partir de una especie de traición a la idea de nación se contruye la trama política de la obra." (Aisemberg, 1997, pág. 95)

Entonces, volvemos a preguntarnos, ¿cómo leer esta obra? El gerundio del título nos da una pauta. Habrá que ir "raspando", trabajando por capas, para ver qué hay debajo.

3.- ¿Por qué la cruz?

La utilización de iconografía cristiana nos lleva a considerar la peculiar idea de la condición humana que se pone en juego en Raspando la cruz. La alusión al apocalipsis o destrucción del mundo en que se resolvería la obra, si la pensamos en términos cronológicos, sintetiza la tesis pesimista de la obra. Weck resulta un Cristo que fracasa en su tarea de salvar a la humanidad. Así lo entiende el general Mansilla:

"Mansilla: pero el verdadero, señores. El dios de los judíos. Es él. Esta vez es él. Vaya uno a saber por qué apareció aquí, precisamente en este momento, cuando todos lo tendrán por falso, haga lo que haga. ¿Yo? ¿Qué puedo decir yo? Ya les expliqué: es el dios de los judíos. Estoy sacudido del terror, lo tengo en la mira del revólver, y me detiene con un gesto de la mano. Mira al cielo, murmura algo en hebreo, y su hermana resucita. Todo en un segundo, señores. No sé qué le dijo, apenas si entiendo esta traducción." (Spregelburd, 1996, pág. 25)

Weck muere en una cruz, y su muerte resulta en vano. Desde esta lectura, la obra pone en escena la condición humana vulnerada por las acciones de los hombres.

Me permito recordar la novela de André Malraux que casualmente se llama La condición humana. Igual de pesimista, muestra el fracaso de un grupo revolucionario en los tiempos previos a la Revolución China. La novela alterna entre momentos y reflexiones existencialistas y la explicación política y social de las condiciones revolucionarias en ese país. Para comprender el accionar de cada personaje se hace especial hincapié en su procedencia: chinos, japoneses, rusos, ingleses, franceses y todos los mestizajes imaginables. Cada uno con sus idiomas, culturas e idiosincracias van componiendo la trama de esta novela de tesis. Malraux se permite reunir en una misma historia las acciones de un grupo clandestino, la reflexión política y filosófica y el cruce de idiomas y etnias diferentes.

Si pensamos estos aspectos aplicados a Raspando la cruz, veremos que la obra habilita tanto una lectura filosófica como una lectura política.

4. ¿Es posible leer Raspando la cruz como una alegoría? ¿Alegoría de qué?

Spregelburd, siempre que se refiere a esta obra, no deja de señalar que su interés estaba en retratar el comportamiento de la clase media argentina frente al menemismo. Para ello, crea un mecanismo (procedimiento, como solía llamarlo) para poner en escena un tipo de comportamiento particular. Aquel que podemos reconocer en la frase que acuñó Bernardo Neustadt y su "yo no lo voté" cada vez que expresaba su apoyo al proyecto político y económico de Menem. Así lo recuerda Spregelburd:

"Hubo una resistencia en la República Checa que fue prácticamente invisible porque fue descubrir de un día para el otro que tu vecino es tu enemigo. Esta es la idea base de la obra. Yo cuando veo que Menem vuelve a ganar las elecciones –y no me olvido nunca que volvió a ganarlas la última vez– en este país. Yo no sé si a vos te pasa, pero yo no conozco a nadie personalmente que haya votado a Menem. Entonces, digo, o vivo en una burbuja o pasa algo muy raro porque ganó, seguiría ganando. Y quiero decir, mi sensación de desazón se traducía en esta anécdota." (Entrevista a Spregelburd, 22/04/2004)

En este sentido, los personajes de los vecinos, Herr y Frau Vogel cobran mucha importancia. Habían quedado afuera en nuestros análisis. No forman parte de la trama, no son ni de la resistencia ni tienen contactos con los alemanes. Su funcionalidad es otra. Retratar cómo, en el seno privado del hogar, queda expuesto el doble stándar de su moral. En la anteúltima escena –otro posible final de la obra– vemos al matrimonio Vogel conversando antes de recibir a sus vecinos:

"Frau Vogel: Quiero decirte algo.

Herr Vogel: ¿Qué es?

Frau Vogel: Que ya lo sé.

Her Vogel: ¿Qué cosa?

Frau Vogel: Ya sé que votaste por los alemanes en el referendum. Y vos sabías que yo lo sabía. Pero... eso. Ya sé que los votaste. No hace falta que me digas nada." (Spregelburd, 1996, pág. 34)

Desde esta perspectiva, la obra resulta también una excusa para acceder a esa escena de intimidad y retratar la actitud de los "buenos ciudadanos" que dan su apoyo, en secreto, a uno de los regímenes más tánicos de la humanidad, el nazismo. En esta escena es donde reside el carácter más profundamente político de la obra de Spregelburd.

Este mismo aspecto significó otro punto de alejamiento para con la generación anterior, la de Roberto Cossa y Bernardo Carey, coordinadores del taller de dramaturgia del Teatro San Martín. Spregelburd recuerda:

"Ante la primera escena que llevé, lo que ellos (los coordinadores del taller del San Martín) me decían era que nuestra obligación era pensar lo que pasaba en Argentina y que en vez de hablar de la República Checa por qué no localizaba la obra en Villa Ballester donde habían muchos alemanes. Ahí empecé yo a entender qué lectura histórica ha hecho el PC de los últimos años de nuestra historia política y qué lectura hacemos los independientes. Nosotros, de izquierda pero sin ese lavado de cerebro, necesario supongo yo en una época en la que el enemigo era tan claro y tan contundente, los milicos. Nosotros no aprendíamos nada de ese enfrentamiento técnico con ellos. ¿Qué, me voy a ir a mi casa y voy a pensar si la localizo en Villa Ballester para que sea más argentina? Error. Yo creo que es una de mis obras más argentinas aunque transcurra en la República Checa. Y ya me daba mucha vergüenza tener que explicarles las metáforas de mi obra." (Entrevista a Spregelburd, 22/04/2004)

La anécdota refleja cuán distanciados estaban ideológica y estéticamente coordinadores y talleristas. A pesar de todo, creo que Spregelburd respondió en Raspando la cruz a las premisas para las que había sido convocado en el taller del San Martín.

Respondió a la premisa de "lo joven" en términos filosóficos poniendo en escena las condiciones que convertirían a un "individuo" en un "hombre". A partir del sueño de Weck, se enuncia la pregunta por la condición humana. El pesimismo de la obra se centra en la negación de esa condición. Todos en la obra mueren; Weck fracasa en su plan de salvación.

Con respecto a la "obligación de pensar qué pasaba en Argentina", la otra premisa impartida por los coordinadores del taller, Spregelburd se propuso responder con una metáfora. Creo que resulta algo extrema al equiparar menemismo y nazismo. A pesar de todas las consecuencias negativas que trajo el gobierno de Carlos Menem, no se puede comparar con el grado de destrucción y muerte ejercido por Adolf Hitler en el ejercicio del poder. En todo caso, Spregelburd señala con un ejemplo extremo qué tan autodestructivos podemos ser los seres humanos. Raspando la cruz es, por todo esto, una de las obras más políticas de Rafael Spregelburd.

 

María Bayer

 

 

Bibliografía:

Aisemberg, Alicia. "Entrevista a Rafael Spregelburd. La dramaturgia como metalenguaje" en Revista Teatro XXI, Año III, N° 5, Buenos Aires, primavera 1997.

Collotti, Enzo. La Alemania nazi. Buenos Aires, Hyspamérica, 1986.

Dosio, Celia. Entrevista a Rafael Spregelburd. Mimio, Buenos Aires, 22 de abril de 2004.

Malraux, André. La condición humana. Buenos Aires, Sudamericana, 1986.

Spregelburd, Rafael. Raspando la cruz, en Caraja-ji (cuaderno verde), Buenos Aires, Ediciones del Rojas, 1996.

 

 

 
 
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