el interpretador narrativa

 

Madera Santa

Martín Stefanelli

 

 

 

 

Attention! Attention!
We'll make you one of us.
A loving cup! A loving cup!
We accept you...one of us...
Gooble, gobble...

 

–Oh, Tod. ¿Padeces alguna enfermedad, amigo? No debemos rodar esta escena. No. No tiene sentido. ¿Por qué debemos rodarla, Tod? Esos bastardos de los directivos nos van a cortar la cabeza, es un gasto que no le podremos pasar al estudio. Explicame por qué vamos a utilizar el último rollo de celuloide en esto, demonios. Maldito seas, qué hacemos nosotros solos en este apestoso galpón con estos… seres. ¡Oh, rayos!

–Cálmate, amigo. Olvídate de esos malditos hijos de perra y ve a llamar a mis muchachos.

Freaks. Última escena. Primera y única toma.

The Human Worm se negó a quitarse los trapos que cubrían su cuerpo, su torso. La auténtica vergüenza que le imponían sus cuatro muñones obligó a hacer un pequeño agujero en el culo y otro, bastante más grande, que permitiera la salida de su ancho y arrugado pene. Pidió que lo apoyaran contra la pared del fondo porque se le hacía imposible arrastrarse como una oruga rozando su miembro contra el piso de cemento.

Quedó equilibrando fuerzas contra el decorado que se trazaba a lo largo del plano de la cámara como imitación de un típico american home. Estaba hecho de cartón pintado. Sobre él había dibujado una cama, una mesa, dos sillas, un portarretrato (sin retrato) y una ventana que dejaba ver parte de la Torre Eiffel para darle un aire de cabaret parisino. Todo eso desnaturalizado en una perspectiva de lejanía, estirado desde los trazos inferiores hasta los superiores y matizado de grises. Fuera de las dos dimensiones, dejando lo icónico, existía en la escenografía restante un objeto duplicado por cada figura trazada. Proyectaban una línea recta, punto por punto, esos objetos extraños y sus imágenes.

Half Boy se colocó encima de la mesa cubierta por un mantel negro, provocando la ilusión de estar embutido en ella. En realidad, Half Boy, no tenía nada más allá del obligo. Usaba un traje con tiradores que le daba un aspecto a gangster de Chicago, mucho más cuando completaba su pose con un revólver en su mano derecha y mostraba los dientes mordiendo un habano.

El vestuario lo habían elegido ellos, fue una concesión que otorgó Tod y que supieron aprovechar muy bien. Algunos, escogieron atuendos que les permitieran interpretar a personas y personajes de otras vidas. Otros, como The Siamese Twin, pelearon largo rato por el vestido que usarían. Una de las hermanas quería un vestidito a lunares amarillos que dejara ver, desde los dos escotes, los cuatro pezones rozados y pizpiretas. La otra, directamente no quería usarlo, le parecía demasiado vulgar. Jugaron desnudas con el marco de un espejo, sin espejo; atravesaban el marco entre sus caras, una lo sostenía por el mango y ambas gesticulaban, exactamente al mismo tiempo, gestos idénticos. Era evidente la conexión que había entre ellas: eran hermosas, eran iguales, eran el componente perfecto para un ménage à trois monogámico. La unión se daba en un lugar ideal; una nalga izquierda se pegaba a una derecha y hasta un poquito arriba de las caderas.

Sentada sobre la cama, The Living Venus de Milo, miraba fijamente a las siamesas mientras se clavaba con fuerza las paletas en el labio inferior. Una gota de sangre cayó de golpe y se estrello contra su tobillo. Como si nada levantó su pie, pasó la lengua por los restos esparcidos y pitó rápido el cigarrillo sin manchar la colilla.

Hubo una charla entre ellos antes de comenzar a rodar, discutieron por qué habían aceptado hacer la película. �Por dinero o por algo más? Nadie resultó muy interesado en la discusión, aunque uno dijo que irían al infierno y otro le contesto que por lo menos al infierno sólo viajan las almas. Pero todo quedo en nada porque, realmente, se sentían parte de algo. Se habían quedado en el bar de la esquina tomando unas malteadas y habían brindado por el fin del rodaje. Cheers. La charla se extendió en otros temas más interesantes haciendo que Hans, Frida, Human Skeleton y Half Man-Half Woman llegaran tarde.

Saludaron al asistente y a Tod de manera fugaz (ocultaban la pena que le tenían; probablemente fueran los últimos metros de celuloide que expondría a la luz) y se colocaron rápidamente en escena. Se desnudaron tal como se lo había dicho su director. Hans y Frida se ayudaron mutuamente dejando al descubierto sus cuerpos infantiles desmentidos por sendos y rubios vellos púbicos. Half Boy bromeaba sobre la clara posibilidad de contar la totalidad de los huesos de The Human Skeleton y señalaba cada uno de ellos mientras los nombraba en acto taxonómico. La intriga que recaía sobre Half Man-Half Woman se develó cuando su ropa interior se fue deslizando por sus piernas; algunas miradas reposaron ahí queriendo averiguar más sobre su ambigüedad. Aunque no pretendieron ser groseros, sus atisbos captaron �un pene atrofiado? �un clítoris exacerbado?

Cada uno de los actores se congeló en su postura esperando el grito.

Acción.

Los cuerpos comenzaron a moverse, se desenredaron de su primitiva situación y comenzaron una búsqueda. El correr de la cinta expandía el ruido de los engranajes de la cámara alrededor de todo el galpón. Tod tenía puesto el ojo en la lente y los vigilaba a través de él pretendiendo hacerse invisible. No procuraba la representación de un acto, sino la acción impuesta por un vacío que obligara a la creación.

The Human Worm trató de deslizarse usando el costado de su cuerpo, meneaba y sacudía su torso tratando de alcanzar a The Siamese Twin que se hallaban a unos dos metros de él. Tras rendirse del intento de trasladarse sobre esa posición, no tuvo más opción que apoyar su pecho contra el piso y arrastrase como una oruga restregando su pene contra el cemento. Cuando las alcanzó, acercó su boca y les mordió suavemente un talón. Ambas suspiraron un gritito y se agacharon junto a él. Lo giraron con delicadeza. Al ver su pito humectado de sangre pasaron todas sus manos sobre él limpiándolo poco a poco y secándose sobre sus muslos. Al ver su erección se rieron como dos nenas de kindergarten y continuaron con el acto curativo. Get well, get well, little frog tail.

En el otro extremo del plano Half Man-Half Woman yacía en el piso, de a poco iba abriendo las piernas. Se arrimaron Human Skeleton y The Living Venus de Milo a observarla, su contemplación era adánica pero despojada de asombro. Sus caras mostraban el deleite de la exclusividad que les ofrecía su exotismo. Human Skeleton aproximó lentamente su dedo índice a los ambiguos genitales y apoyó su mano huesuda haciendo notar su dureza. The Living Venus de Milo pisó fuerte el pecho liso y jugueteó con el pequeño pezón moviendo ágilmente los dedos de su pie. El cuerpo se estremeció, se irguió de golpe y descansó su frente contra la pelvis de Human Skeleton sintiendo sus huesos clavándose contra su rostro. Él sentía extasiado en su pubis el rozar del vello extraño de su cara. The Living Venus de Milo se arrodilló y con su lengua entrenada demostró la destreza adquirida por la falta de brazos. Lamió, chupó y mamó cuellos, genitales, culos y espaldas.

Hans y Frida estaban, ajenos a todo lo demás, se besaron con fruición en el centro de la escena. La cámara captaba el choque de lenguas al comienzo de cada beso y el hilo de saliva que mantenía la unión de ambos luego del final y hasta la reincidencia. Se tocaban, se apretaban. Cada uno era la versión inversa en género del otro.

Un poco mas atrás, apoyado sobre una mesa, se oían los gemidos de Half Boy, eran como cuchicheos entrecortados o quejiditos. Se había recostado, permanecía vestido, una mano entraba por el frente y otra por la parte trasera del pantalón. El ojo abierto de Tod observaba los golpeteos rítmicos que hacían elevar y descender la bragueta.

De pronto, el brazo que se retorcía para llegar a su culo, se escapó rápidamente del pantalón. En esa mano empuñaba el arma, apuntó hacia arriba y disparó al aire tres veces. Los estallidos no asustaron al resto, que al oírlos, dejaron sus actividades para acercarse hasta la mesa de Half Boy. Despacio, sin ningún tipo de apuro, empezaron a llegar y se pararon formando un semicírculo que tenía su abertura apuntando hacia la cámara. Half Boy bajó con gran destreza de la mesa: apoyó una mano, se balanceó, cayó sobre la silla y de ahí rápidamente al piso. Tomó su lugar dándole la forma final a la figura.

Al rollo de celuloide le quedaban unos pocos segundo por girar cuando los fotogramas se imprimieron en un negro casi total. Lentamente los frames se fueron aclarando, la luz entraba de a poco. No se había roto. Ahora se podían ver bien, era la espalda de Tod y su sobretodo negro que se alejaban veinticuatro veces por segundo adentrándose en el semicírculo que ya no sería tal.

Los actores comenzaron a tararear una canción. Primero despacito, luego al grito.

Tod la tarareaba imperceptiblemente mientras seguía caminando. Cuando el círculo se cerró, una mano extendida le ofreció un cuchillo, unos pies desabrocharon su pantalón, una boca estiro su verga como un elástico y él mismo la arrancó de raíz.

 

 

Martín Stefanelli

 

 
 
el interpretador acerca del autor
 
             

Martín Stefanelli

Nació en 1981 y desde entonces reside en la ciudad de Quilmes. Estudia letras y cumplió su sueño de trabajar como oficinista.

 
   
   
 
 
 
Dirección y diseño: Juan Diego Incardona
Consejo editorial: Inés de Mendonça, Marina Kogan, Juan Pablo Lafosse, Juan Pablo Liefeld.
sección artes visuales: Juliana Fraile, Mariana Rodríguez
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Imágenes de ilustración:

Margen inferior: Joan Miró, Obra (detalle).